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dc.contributor.authorCastillo Parra, Gabriela
dc.contributor.authorGómez-Pérez, Esther
dc.date.accessioned2017-07-31T11:14:45Z
dc.date.available2017-07-31T11:14:45Z
dc.date.issued2012
dc.identifier.issn0124-1265
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/20.500.12020/379
dc.description.abstractLa depresión tardía se presenta en personas de edad avanzada y, aunque no es una condición normal del envejecimiento, su prevalencia oscila entre el 4 y 30% en personas que viven independientemente y en personas que viven en residencias para ancianos o están hospitalizadas, respectivamente. Una de las características de la depresión tardía es una alteración en el procesamiento emocional, mayor presencia de síntomas somáticos, frecuentes quejas o déficits cognitivos y alteraciones anatomofuncionales, por lo cual se le ha considerado un factor de riesgo para el desarrollo de una demencia. En años recientes se ha planteado la hipótesis de que la depresión, más que ser un factor etiológico, sea un síntoma prodrómico de la demencia, en especial, de la Enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular. Los objetivos de este artículo son revisar algunas evidencias de los estudios epidemiológicos sobre la asociación entre la depresión y la demencia, así como describir alteraciones, tanto fisiopatológicas como neuropsicológicas, de la depresión tardía que pueden aportar datos acerca de si la depresión tardía es un factor de riesgo o un síntoma prodrómico de la demencia. La evidencia señala que las enfermedades cerebrovasculares podrían ser un factor de riesgo para el desarrollo de la depresión tardía, observándose lesiones en la sustancia blanca cortico-subcortical que incluyen las regiones prefrontales y sus conexiones con el cuerpo estriado, además de una reducción importante en el volumen del hipocampo, las cuales subyacen a las alteraciones en la velocidad del procesamiento, las funciones ejecutivas y la memoria episódica que se muestran en la depresión, y que suelen ser más severas cuando el primer episodio depresivo mayor se presenta a partir de los 60 años. Sin embargo, estos hallazgos, más que dar una explicación de la relación temporal entre la depresión tardía y la aparición de la demencia, sólo parecen explicar el origen de los déficits cognitivos. La evidencia epidemiológica, aunque existe una falta de consenso, indica, por una parte, que la historia de depresión y la edad son dos factores importantes para la aparición de la demencia y, por otra parte, parece ser que el intervalo entre el inicio de la depresión y el diagnóstico de demencia juegan un papel muy importante para considerar que la depresión es un síntoma temprano de la demencia.es
dc.language.isoeses
dc.rightsAttribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 Internacional*
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/*
dc.titleDepresión tardía: ¿Factor de riesgo o síntoma prodrómico de la demencia?es
dc.typearticlees
dc.issue.number1es
dc.journal.titleRevista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurocienciases
dc.page.initial243es
dc.page.final257es
dc.rights.accessRightsopenAccesses
dc.subject.areaPsicologíaes
dc.subject.keywordDepresión tardíaes
dc.subject.keywordDemenciaes
dc.subject.keywordAlteraciones fisiopatológicases
dc.subject.keywordDeterioro cognitivoes
dc.subject.unesco6199 Otras Especialidades Psicológicases
dc.volume.number12es


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